La bioluminiscencia está muy presente en la naturaleza: luciérnagas, el plancton fluorescente o algunas peces abisales son buenos ejemplos. Los investigadores esperan ampliar sus conocimientos para que, en el futuro, sea la naturaleza quien nos ilumine, no las farolas.
“Nuestra idea es la de hacer una planta que funcione como una lámpara de escritorio, pero que no se tenga que enchufar. La luz sería creada por el metabolismo energético de la planta en sí“, afirma Michael Strano, investigador principal. El experto cree que sería un paso importante, ya que “el 20% del consumo de energía global es de la iluminación artificial“.
El avance viene descrito en la revista Nano Letters, utilizando la luciferasa, la enzima que hace brillar a las luciérnagas. “Las plantas pueden autorrepararse, tienen su propia energía y ya están adaptadas al mundo exterior”, afirma Michael.
Usando plantas de berro, los investigadores lograron que las plantas emitieran luz durante 45 minutos, y luego lograron alargarlo hasta las 3 horas y media. Aunque la energía producida fue irrisoria, solo una milésima parte de la luz necesaria para leer en la oscuridad, los investigadores confían en que puedan aumentar este porcentaje así como la duración en estudios posteriores.
El objetivo a largo plazo es desarrollar esta tecnología en un tipo de pintura que pueda pulverizarse sobre las hojas de las plantas, convirtiendo a los árboles y demás en fuentes de luz no intrusivas, un tratamiento único que podría alargarse durante todo el tiempo de vida de la planta.
Aunque esta no es la primera vez que los expertos han creado plantas que emiten luz, este es, hasta ahora, el método más simple, por lo que tal vez nos acerque a tener no solo ciudades más limpias, sino también, más bellas.
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